Hablar de libros en vídeo: una habilidad con mucho futuro


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Ana Segovia Gordillo, Universidad Rey Juan Carlos y Cristina V. Herranz-Llácer, Universidad Rey Juan Carlos

No cabe duda de que la lectura es un instrumento potentísimo de aprendizaje. De hecho, la mayoría de los docentes están de acuerdo en que la comprensión escrita es uno de los aprendizajes más importantes que proporciona la escolarización. La capacidad lectora, además, está relacionada con el crecimiento intelectual de la persona.

Sin embargo, en una sociedad hiperestimulada por pantallas, sonidos, entornos inmersivos, etc. parece cada vez más difícil leer y, lo que es más preocupante, cumplir con el objetivo de plantar la semilla del hábito y gusto lector en los más pequeños.

¿Sigue quedando espacio para la lectura?

Actualmente vivimos a medio camino entre la realidad y la pantalla. Una serie de figuras se han erigido como posibles “salvadores” de los “arcaicos” libros. Hablamos de los bookstagrammers, los booktubers y los bookbloggers. Se trata de un grupo de jóvenes que hablan, desde distintos ángulos, de obras literarias.

Por ejemplo, los booktubers se encargan de hacer vídeos sobre libros y lecturas con diferentes formatos: Book Hauls (compras de libros), Wrap ups (resúmenes de libros), Shelf tour (recorrido por los libros disponibles)…

Es decir, exponen los libros que poseen, exhiben sus últimas adquisiciones, formulan sus recomendaciones, lanzan sus críticas, etc. De esta forma, despiertan el gusto e interés por la lectura en una generación muy acostumbrada a recibir este tipo de contenido prescriptivo en forma de vídeo. Algunos de los canales más famosos son los de Javier Ruescas, Fly like a butterfly, Andreo Rowling, Little Red Read o Mis Cuentos Infantiles.

¿Aprender a ser booktuber?

Los futuros docentes de educación infantil necesitan una buena formación en literatura. No solo precisan contenidos teóricos sobre esta cuestión, sino que también deben conocer recursos literarios para poderlos llevar el día de mañana a sus aulas y al mismo tiempo deben desarrollar su capacidad narrativa, porque el relato oral es un recurso clave en la formación educativa inicial.

Teniendo esto en cuenta, y la atracción que generan los booktubers, hemos diseñado una práctica de aprendizaje que une estas dos cuestiones. La intención es incrementar la participación activa del estudiantado en su formación, al plantear actividades didácticas que, al mismo tiempo, sean dinámicas y creativas.

El proyecto se estructuró en tres grandes bloques:

Fase 1. Los estudiantes debían asumir el papel de booktubers. El reto fue que perdieran la vergüenza, que pensaran de forma creativa y grabaran un vídeo recomendando una narración infantil actual. Al fin y al cabo, se trataba de realizar una reseña sobre un libro infantil, pero actualizando el medio (lenguaje audiovisual) y la forma (estilo directo y cercano).

Fase 2. En la segunda parte del proyecto los estudiantes pasaron de ser booktubers a ser narradores digitales. Aunque seguían utilizando el recurso de los vídeos, los estudiantes tuvieron que reparar en que el público cambiaba, pues ya no serían otros adultos (como en el caso de los booktubers), sino infantes de 3 a 6 años.

Fase 3. Trabajo escrito que engloba la totalidad del proceso de aprendizaje.

Alta satisfacción y motivación

Tras el desarrollo de este proyecto, se analizaron las respuestas de 145 estudiantes que, de forma anónima, contestaron un cuestionario creado ad hoc.

De acuerdo con los datos, el 80 % de los encuestados no conocía el fenómeno del booktubing y más del 90 % afirmó que su interés por este tipo de recursos se había incrementado.

Además, a pesar de la vergüenza inicial, el miedo al fracaso o las propias resistencias internas, de nuevo, más del 90 % de los participantes terminó muy satisfecho con el resultado de su práctica y les gustó compartir sus vídeos con el grupo de clase. Todo ello repercutió en que más del 95 % de los estudiantes manifestara que el gusto por la lectura de literatura infantil se había incrementado.

Competencias de comunicación

Además de la competencia específica sobre literatura, nuestros estudiantes también desarrollaron con esta actividad sus competencias lingüísticas y comunicativas.

Así, más del 90 % expresó que con la elaboración de ambos vídeos prestó más atención de la habitual a la forma de expresarse verbalmente (tomando conciencia del ritmo, pronunciación, articulación, dicción, etc.).

Más del 85 % explicó que también observaron con detalle su lenguaje no verbal (uso de las manos, brazos, gestos faciales, mirada, etc.). Y más del 85 % indicó que se esforzaron en que el texto fuese correcto, no solo en contenido sino también en su coherencia, cohesión, etc.

Aliados digitales, no enemigos

Los resultados de la práctica muestran que cuando el alumno vive en primera persona su aprendizaje y diseña contenido mejora su rendimiento. Si, además, este aprendizaje activo se acompaña de herramientas digitales, la motivación aumenta visiblemente.

En este caso, gracias a las actividades planteadas a partir de creación de contenido en vídeo, los estudiantes no solo han mejorado su competencia literaria, sino que también han desarrollado habilidades de expresión y comprensión (oral y escrita), y han activado su creatividad. Asimismo, han ampliado sus conocimientos sobre narraciones infantiles y han leído, comprendido, interpretado y valorado textos narrativos literarios para este ciclo.

De esta manera, no solamente podemos respondernos que sí, queda espacio para la lectura en la vida actual, sino que además podemos ampliar y mejorar ese espacio con vídeo (vídeorreseña o videonarración). El vídeo puede ser la llave de entrada al mundo apasionante de la literatura.

Ana Segovia Gordillo, Profesora en el área de Lingüística General, Universidad Rey Juan Carlos y Cristina V. Herranz-Llácer, Profesora en el área de Lingüística General, Universidad Rey Juan Carlos

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

¿Es educar en competencias educar sin contenidos?


Shutterstock / Paul Craft

Cruz Pérez Pérez, Universitat de València

Ataulfo, Siderico, Walia, Teodoredo, Teodorico, Eurico… y así hasta treinta y tres reyes visigodos. La lista termina con el defenestrado Don Rodrigo, derrotado por los musulmanes en la batalla del río Guadalete en el año 711, dando paso a la etapa musulmana en la península ibérica.

Es un clásico de la educación española de otra época, que recibimos varias generaciones, y que se suele poner de ejemplo para demostrar que la información tradicional y memorística no sirve para nada.

Y efectivamente, a mí de poco me ha servido saberme de memoria la lista de los reyes godos que recitaba “como un papagayo” ante el maestro de la escuela en los años sesenta, salvo para un dudoso ejercicio mental de fortalecer la memoria.

Aprendizajes funcionales

Este aprendizaje de otras épocas se ha sustituido, en teoría, por otros más funcionales, como por ejemplo conocer el periodo en el que los visigodos dominaron la península ibérica, conocer cuáles eran su cultura y tradiciones, o cómo se fusionaron e integraron con la población hispano–romana, su conversión al cristianismo, su caótico sistema de sucesión en el poder, etc.

Sin embargo, un día decido hacer una comprobación, por curiosidad, en mis clases del grado de Pedagogía de la Universidad de Valencia. Comienzo por el principio, y lanzo una pregunta genérica a toda la clase interesándome por el periodo aproximado en el que los visigodos estuvieron asentados en la península ibérica.

En la clase, de unos cincuenta alumnos, se produce un silencio sepulcral, hasta que una alumna levanta la mano y pregunta:

“¿Quiénes eran los visigodos?”

Desconocimiento de hechos y conceptos

Aunque sin pretender extrapolarlo a todo el alumnado universitario, cada día compruebo, en diferentes cursos de la universidad, que, a pesar de que siempre hay excepciones, la mayoría de la clase se mantiene en un absoluto desconocimiento de hechos, conceptos y datos históricos.

Por ejemplo, en la asignatura sobre Educación en valores éticos suelo recurrir a periodos históricos como la guerra de los Treinta Años en el siglo XVII en Europa para explicar el origen del valor de la tolerancia religiosa.

Sin pretender un conocimiento detallado de los hechos históricos, al preguntar genéricamente por el origen y el desenlace de tal confrontación bélica, me encuentro con que los alumnos no son capaces de reconocerlo ni de situarlo en un periodo histórico concreto.

Algo parecido ocurre cuando trato de explicar el origen de los valores Libertad, Igualdad y Fraternidad que constituyeron la bandera de la revolución francesa. Apenas saben nada de la Ilustración, de la Revolución Francesa o de la Constitución de Cádiz de 1812, por citar acontecimientos relevantes más próximos.

Historia contemporánea o Google

Me dicen que en realidad ellos de historia se saben el siglo XIX y el XX, los cuales estudiaron a fondo porque eran los que entraban en la selectividad.

Pero independientemente de la distorsión que genera esta prueba en el currículo del bachillerato, no entiendo qué han estudiado estos chicos y chicas en toda la etapa de educación secundaria.

Esa cultura general que poseíamos los que estudiábamos seis cursos de bachillerato y que sabíamos, al menos, lo fundamental de la historia, geografía, filosofía, literatura, biología, etc., se ha perdido completamente.

Lo demuestra el reciente estudio del instituto CIMOP llevado a cabo entre jóvenes de entre 16 y 30 años sobre temas relevantes como la guerra civil española, la dictadura franquista o la transición democrática. El desconocimiento y la confusión sobre los hechos, datos y conceptos fundamentales es notable.

Información no es conocimiento

Los alumnos de ahora me dicen que todo eso está en internet, y que lo buscan muy rápido en Google o en la Wikipedia. Evidentemente confunden la información con el conocimiento.

Solo aquella información que somos capaces de procesar e integrar en nuestro sistema cognitivo, comprendiéndola, relacionándola con lo que ya sabemos y haciéndola propia se transforma en conocimiento.

Y esto no se puede hacer de una manera plena con una consulta rápida en fuentes que no siempre son fiables, sino con unas lecturas pausadas, reflexivas y orientadas a asimilar la información y hacerla propia de modo significativo.

La LOMLOE y las competencias

Esta reflexión viene a cuento de que en los nuevos currículos escolares que establece la nueva ley educativa (LOMLOE) se apuesta claramente por una educación centrada en el aprendizaje de competencias.

No es que esté mal que los alumnos aprendan a “hacer cosas prácticas” por sintetizar el concepto de competencia, pero no podemos caer en la trampa de vaciar los currículos de contenidos conceptuales, y sustituirlos por contenidos procedimentales y emocionales, con metodologías cada vez más lúdicas que igualan el aprendizaje del alumnado “por abajo”.

Cultural general básica

Está claro que no es lo mismo enseñar a una población seleccionada y muy motivada, como ocurría en otras épocas con el alumnado que estudiaba el bachillerato, que atender al total de la población en edad escolar.

Pero ello no debe ser un obstáculo para que la mayor parte del alumnado adquiera una cultura general básica que le permita interpretar el mundo y desenvolverse en el mismo en función de sus capacidades y posibilidades.

Estas pueden ser muy variadas y aquí juega un papel fundamental el profesorado que debe ser profesional y competente, capaz de desarrollar el potencial educativo de cada alumno y alumna.

Las medidas de atención a la diversidad deben permitir que el alumnado adquiera los conocimientos culturales fundamentales para vivir en este mundo sin tener que recurrir al móvil para conocer y situar cada uno de los acontecimientos que necesitamos en cada momento o que nos llaman la atención.

Cruz Pérez Pérez, Catedrático de Teoría de la Educación., Universitat de València

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Hadi Partovi: “Muchas de las habilidades que enseñan las escuelas de hoy son habilidades del pasado”


https://elpais.com/economia/formacion/2022-04-13/hadi-partovi-muchas-de-las-habilidades-que-ensenan-las-escuelas-de-hoy-son-habilidades-del-pasado.html

El CEO de CODE.org habla de la necesidad de repensar el currículum educativo para que la programación y la informática formen parte de la formación básica de los alumnos

El bosque pedagógico


https://www.abc.es/opinion/abci-jose-antonio-marina-bosque-pedagogico-202204062220_noticia.html

«Si se quiere que la educación por competencias tenga éxito, y no se acabe haciendo una acomodación cosmética, para cumplir el expediente, creo que su aplicación debería demorarse un año, que debería emplearse para el perfeccionamiento del proyecto. De lo contrario, corremos el riesgo de tomar lo peor de los dos sistemas, del competencial y del de asignaturas. Uno por otro, la casa quedará sin barrer»